La noche nunca había sido tan profunda.
Mis ojos no se cansaban de admirar tal belleza, pero necesitaba descansar.
Había sido un largo día, e incluso, me pareció más oscuro que los demás.
Considero que las noches en París son el
espectáculo más fascinante que he visto en mi vida. No hay una noche
en que no disfrute respirar el mágico aire nocturno de los cielos de un mundo
que brilla ante mis sentidos.
Pero esta noche sería distinta. Durante
todo el día tuve ese presentimiento. Había algo que no me dejaba tranquila, y
lo peor, no sabía qué era ese "algo".
Luego de caminar bajo un oscuro cielo
nublado llegué a mi casa, una aparentemente pequeña pero gran construcción que
muestra ciertos detalles antiguos que la hacen ver misteriosa, como una casa
encantada. Me dirigí a mi habitación sin encender luz alguna. Solo quería
cerrar mis ojos y olvidar el mal presentimiento que se mantuvo todo el día en
mi cabeza. Me recosté, sin dejar mis suaves prendas de terciopelo negro, y pude
conciliar el sueño.
Desconozco cuanto tiempo habré descansado sin
preocupación alguna, pero en un instante de la noche desperté y sentí que mi
corazón latía fuertemente. Algo me impulsó a levantarme, y el momento en que me
puse de pie, fue cuando vi una sombra. Era una figura humana, y sentía que era
alguien a quien yo conocía. Entonces, escuché su voz.
-Morgan ¿bailarías conmigo esta noche?
No podía ser él. No tenía que ser él. No
quería ver su rostro. El rostro de aquel a quien alguna vez deseé. Solo una
idea vino a mi mente: correr. Salí rápidamente de mi habitación y de
mi hogar, y dimos inicio a una persecución que no sabía en qué podía terminar.
Nunca había intentado escapar de forma tan
desesperada. Y además, no tenía ningún destino fijo. Solo huía, sin saber donde
ir.
Llegué hasta una iglesia, y decidí
esconderme ahí. Era un lugar enorme y con una suave iluminación. No había mucha
gente a esa hora, solo unas cuantas personas que, al entrar, me observaron
detenidamente como si fuera un ser extraño. Entonces mis reflexiones comenzaron.
¿Por qué había llegado hasta este lugar? ¿Una iglesia? Si, un buen lugar para
esconderme, pero un mal lugar para pensar en mi vida. Recordé viejos tiempos,
en que mi vida era, de alguna forma, más inocente. Ahora, era presa de una
confusión entre el ego y el amor. Mil dudas. Debido a mis pensamientos, opté
por dejar aquel lugar.
Continué con mi huida, ya que sentía
que Stephan, mi inesperado visitante, estaba cerca. Sin darme cuenta llegué
hasta una plaza en la que creo que a mi favor había una multitud de gente. Eso
podría distraerlo. Yo seguía en actitud de huida, lo que llamó la atención
de algunas personas.
-Veo que intentas huir de algo. Inténtalo.
Pero enfrentarlo será inevitable.
No puedo reconocer si fueron palabras de
alguien que se encontraba en ese lugar, o si mi propio interior las pronunció.
Seguí reflexionando, al igual que unos minutos atrás. ¿Por qué estaba huyendo?
Sentía que debía alejarme, aunque al mismo tiempo lo deseaba.
Ahora comenzaba a llover, y a cada segundo
la lluvia se hacía más intensa. Y también, comencé a llorar. No podía seguir
aquí. Huí. Huí de todo, y llegó un momento en que me encontré en un lugar de
esta gran ciudad que no recuerdo haber visto. Había un camino que llevaba a un
subterráneo. Algo me atraía hacia ese lugar, así que sin pensarlo
ingresé a ese sitio.
Era oscuro, tenebroso, pero me gustaba. No
tardé en darme cuenta de que eran las Catacumbas de París. En
momentos como este, oler la muerte era un gran placer. Parecía un sueño. O
quizás pesadilla. De pronto, veo aparecer a un hombre vestido con colores
oscuros, los que se veían aun más sombríos debido al lugar donde nos
encontrábamos. Era Él.
-Aléjate, Stephan - le dije apenas
lo vi.
-¿De verdad quieres que me aleje? Tú
querías verme. Tú me llamaste - me respondió.
No sabía que decir. Él tenía razón. Por
mucho tiempo fue mi droga, y ahora pretendía alejarme, pero... ¿realmente
quería? No lo se. No tenía nada claro. Mis pensamientos se confundían. No pude
decir ninguna palabra.
-Aunque intentes alejarte, no puedes negar
quien eres. O lo aceptas, o te autodestruirás. Recuerda quienes somos.
Criaturas de luz, viviendo entre las sombras. Tienes miedo. Tienes miedo de
dejarme, porque soy la sombra en la que te escondes.
Su voz era una suave melodía que me
encantaba, pero no podía seguir bajo su hechizo.
Luego, no pude pensar nada. Todo alrededor
se volvió mucho más oscuro y las tinieblas me envolvieron. No recuerdo nada
más.
Desperté en mi habitación. No quería abrir
completamente los ojos aún, pero sabía que estaba amaneciendo, y todo se
encontraba bajo una tranquilidad que yo tanto deseaba. Lo ocurrido durante la
noche quizás solo fue un sueño. Pero al abrir mis ojos, y al mirar a mi
alrededor, mi corazón volvió a latir fuertemente. No me encontraba sola. Había
alguien aquí. Era él.